Hola, soy Vanessa.
Negociadora internacional, coach, profesora de yoga y astróloga.
Y aunque suene a mucho, te prometo que nada de esto empezó con un gran plan.
¿Quieres saber cómo empezó todo? ↘
Te voy a contar algo que, si me lo hubieras preguntado hace unos años, jamás habría imaginado que marcaría un antes y un después en mi vida.
En el 2016 yo estaba viviendo en Estados Unidos. Y fue una noche cualquiera, sin nada especial. Me puse a ver un documental en Netflix sobre el veganismo (yo comía carne en ese entonces). No esperaba nada… solo quería ver algo diferente.
Pero fue como si alguien me hubiera sacudido el alma.
No fue solo por la crueldad de las industrias cárnicas o lácteas. Fue por algo más profundo: por primera vez me cuestioné todo lo que había creído que era “normal”.
Y ahí empezó todo.
Empecé a preguntarme:
¿Qué otras cosas estoy haciendo simplemente porque me enseñaron que así debía ser?
¿Qué más hay allá afuera que no conozco?
¿Estoy siguiendo un patrón de lo que dice la sociedad o estoy tomando mis propias decisiones?
Fue incómodo. Pero fue real.
Me acerqué a un amigo que era vegano a preguntarle cómo me debía alimentar y en una de esas conversaciones me dijo:
“Lee Conversaciones con Dios. No es lo que piensas.”
Y ahí, con ese libro, sentí como si se abriera una compuerta. No porque respondiera todas mis preguntas, sino porque me regaló mejores preguntas.
Y cuando una pregunta te cambia por dentro, ya no hay vuelta atrás.
A partir de ahí comenzó mi camino espiritual. Empecé a meditar de nuevo, a estudiar coaching, me reencontré con el yoga... pero ese es otro capítulo que también quiero contarte.
Lo que sí te puedo decir es que todo comenzó con un documental y una pregunta que me rompió por dentro:
¿Y si hay otra manera de vivir que yo no sé?
¿Y qué pasó cuando volví a Colombia?
Volví a terminar la universidad —me faltaba solo un semestre—. Había estudiado Negocios Internacionales, pero algo dentro de mí ya no podía seguir el mismo guion, el sendero que había sido escogido para mí, pero no por mí.
Fue justo en ese momento cuando escuché por primera vez la palabra coaching.
Y no sé por qué, pero sentí que tenía que meterme ahí.
Estudié coaching ontológico y espiritual, mientras terminaba mi último semestre en la Universidad, y ese proceso me atravesó.
Me enseñó a hacerme las preguntas correctas. A mirar de frente mis creencias, mis patrones, mis formas de relacionarme con el mundo.
Empecé a cuestionarme no solo lo que hacía, sino desde dónde lo hacía.
Durante varios años estuve vinculada a empresas en Colombia y en Estados Unidos, en áreas de mercadeo, ventas y atención al cliente. Aprendí mucho, pero mi búsqueda interior nunca se detuvo.
Poco a poco la meditación volvió a mí. No era un concepto nuevo para mi. De niña, mis papás ya me enseñaban ejercicios de respiración y visualización. Esa semilla, dormida durante años, comenzó a florecer en mi certificación de coaching, donde retomé la práctica de la mano de un mentor formado con Deepak Chopra.
Comencé a meditar cada día, y sentí cómo algo se reordenaba adentro.
Poco después, el yoga también me encontró.
Fui a una clase gratuita sin expectativas… y ese primer día lloré. Lloré por lo contenido y por lo que se abría. Una especie de alegría antigua, como si mi cuerpo recordara algo que mi mente aún no entendía. A las dos semanas ya estaba inscrita en un profesorado en Krama Yoga, un linaje del tantra.
Con algunos compañeros del coaching abrimos una shala en El Poblado.
Dábamos clases, meditaciones, y entrenamientos de liderazgo para empresas y colegios.
Fue un tiempo hermoso.
Ese proyecto duró un año, pero mi práctica siguió.
Y desde entonces el yoga y la meditación no han salido de mi vida.
Después… llegó la astrología.
Siempre me llamó la atención la luna, los planetas… pero no fue hasta que tuve una pareja en el 2021 que estudiaba astrología terapéutica que empecé a aprenderla en serio.
Él me enseñó las bases. Después seguí por mi cuenta.
Hoy, el coaching, la meditación, el yoga y la astrología
no son herramientas sueltas.
Son una sola brújula.
La que me recuerda, cada día,
que este camino no se camina hacia afuera.
Se camina hacia adentro.
Cómo practico… y cómo te acompaño a que la practiques tú también.
[Si viniste buscando perfección, tengo que decirte algo de entrada: este camino no se ve como en Instagram.]
Hoy mi espiritualidad es simple, es cotidiana, es parte de cómo habito mi vida: estudio escrituras sagradas, me muevo con intención, medito, cocino según el ayurveda, me rodeo de comunidad viva.
¿Mi mayor fortaleza?
Leer entre líneas lo que tu alma susurra.
No perderme en la forma, sino ver el fondo.
Bajar el cielo a la piel.
Y recordarte —con firmeza y ternura—que este camino no se sueña, se camina.
Si te sentiste vista, leída, entendida —como si esta página te hablara a ti y no a cualquiera—
Entonces quizás no estés aquí por casualidad.
Conectemos. Prometo no llenarte de spam.
Al hacer clic, se abrirá una página para suscribirte al newsletter Shanti Mail. Una correspondencia donde te llegará contenido gratuito y de pago, podcast, entrevistas, y más contenido interesante y relevante.